Gbv y salud mental pdf
La violencia contra las mujeres es cualquier acto de violencia de género que cause o pueda causar daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a las mujeres, incluidas las amenazas de daño o coacción, en la vida pública o privada.
En Australia, la violencia contra las mujeres recibe muchos nombres diferentes, como violencia doméstica, violencia familiar, violencia en la pareja, control coercitivo, acoso sexual en el lugar de trabajo, acoso callejero y agresión sexual. Nuestra definición incluye todas estas formas de violencia contra las mujeres.
Dos efectos sociales de la violencia de género
Pegar, abofetear, empujar, agarrar, pellizcar, morder, tirar del pelo, etc. son tipos de maltrato físico. Este tipo de maltrato también incluye negar a la pareja atención médica u obligarla a consumir alcohol y/o drogas.
Coaccionar o intentar coaccionar cualquier contacto o comportamiento sexual sin consentimiento. El abuso sexual incluye, entre otros, la violación conyugal, los ataques a partes sexuales del cuerpo, forzar el sexo después de que se haya producido violencia física o tratar a una persona de manera sexualmente degradante.
Socavar el sentido de autoestima de una persona es abusivo. Esto puede incluir, entre otras cosas, la crítica constante, la disminución de las propias capacidades, los insultos o el deterioro de la relación con los hijos.
Los elementos del maltrato psicológico incluyen, entre otros, causar miedo mediante la intimidación; amenazar con daños físicos a uno mismo, a la pareja, a los hijos o a la familia o amigos de la pareja; destruir animales domésticos y propiedades; y forzar el aislamiento de la familia, los amigos o la escuela y/o el trabajo.
¿Cuáles son los efectos psicológicos de la violencia?
ResumenAntecedentesLa violencia de género es un acto que tiene consecuencias físicas, psicológicas y sexuales para las mujeres. Se trata de un problema muy extendido, sobre todo en los países en vías de desarrollo, y causa malestar mental a las mujeres. A pesar de que la violencia de género tiene un impacto significativo en el malestar mental, no se ha realizado ningún estudio en Etiopía. En consecuencia, el propósito de este estudio era determinar la prevalencia y los factores asociados de la angustia mental entre las madres que habían sufrido violencia de género y estaban en los tribunales.MétodosSe realizó un estudio transversal sobre 423 muestras. Los datos se introdujeron en Epi-data versión 3.01 y se analizaron con SPSS versión 21. Se utilizó la regresión logística binaria, y las variables con valores p inferiores a 0,05 se consideraron estadísticamente significativas con respecto a la angustia mental en el respectivo IC del 95%.ResultadoLa prevalencia de angustia mental resultó ser del 59,6% en este estudio. La angustia mental se asoció a factores como la falta de apoyo social, la falta de educación formal, el consumo de sustancias por parte del marido, la residencia rural, la edad superior a 33 años y los bajos ingresos familiares.ConclusiónLa prevalencia de angustia mental es elevada en comparación con la mayoría de los hallazgos previos de otros países. Es preferible detectar y tratar el malestar psicológico en las mujeres con antecedentes de violencia, y se recomienda integrar la atención psicosocial en los servicios judiciales.
Efectos económicos de la violencia de género
Una de las formas más comunes, aunque menos denunciadas, de violencia de género que sufren millones de mujeres en el trabajo es la violencia psicológica, que puede incluir o no el acoso sexual, pero que en gran medida consiste en obligar a las mujeres a trabajar en un entorno intimidatorio, hostil o humillante. Las microagresiones son una realidad demasiado frecuente en el lugar de trabajo y pueden afectar negativamente al progreso profesional de las mujeres.
Mientras que las macroagresiones se producen a nivel sistémico y pueden ser obvias, las microagresiones son desaires e invalidaciones cotidianas que las mujeres y otros grupos marginados experimentan regularmente en sus interacciones diarias. A menudo pasan desapercibidas y pueden incluir la cosificación sexual, el uso de lenguaje y humor sexistas, interrupciones, invasión del espacio personal, desestimación de ideas, comentarios sarcásticos u otros insultos despectivos.
Las mujeres también experimentan a menudo lo que se denomina “sexismo benevolente”: creer o actuar como si fueran débiles y necesitaran la protección de los hombres. El sexismo hostil es fácil de detectar: actitudes airadas y explícitamente negativas hacia las mujeres, pero el sexismo benevolente parece positivo e inofensivo.