Presentación de la superpoblación
Las conversaciones sobre la superpoblación pueden convertirse rápidamente en polémicas porque plantean una pregunta: ¿Quién es exactamente la causa del problema y qué debe hacerse al respecto? A muchos expertos en población les preocupa que los debates en torno a la superpoblación sean aprovechados por gente de mente estrecha para sugerir que algunas personas son “las personas adecuadas” para estar en el planeta (como ellos mismos) y otras son “las personas equivocadas” (normalmente personas pobres, de color, extranjeras, etc.). Pero no hay personas “correctas” o “incorrectas” en el planeta, y debatir los problemas de la superpoblación mundial no puede ser nunca una excusa, ni servir de plataforma, para mantener ese tipo de conversaciones.
Cada ser humano tiene derecho legítimo a una cantidad suficiente y justa de los recursos de la Tierra. Pero con una población que se acerca a los 8.000 millones, incluso si todo el mundo adoptara un nivel de vida material relativamente bajo como el que existe actualmente en Papúa Nueva Guinea, la Tierra llegaría a su punto de ruptura ecológica. Por desgracia, la “persona media” de la Tierra consume más de un 50% por encima de un nivel sostenible. Increíblemente, la persona media de Estados Unidos consume casi cinco veces más que el rendimiento sostenible del planeta.
Consecuencias de la superpoblación
La humanidad produce actualmente 2.000 millones de toneladas de residuos al año. Y según un informe de 2018 del Banco Mundial, si se mantienen las tendencias actuales de industrialización y urbanización, esa cifra aumentará un 70% para el año 2050.
A medida que los residuos se descomponen, desprenden metano, un gas tóxico de efecto invernadero. Estas emisiones de gases contribuyen al cambio climático, que ya es responsable de fenómenos meteorológicos extremos como lluvias excesivas (que provocan inundaciones), vientos destructivos, olas de calor (que dan lugar a incendios forestales) y subidas sin precedentes del nivel del mar. 2021 ya ha demostrado ser un año de fenómenos meteorológicos y temperaturas récord, que han tenido un efecto devastador en las vidas humanas, así como en el entorno natural.
Hacer frente a ello es extremadamente caro. El coste anual de la gestión de residuos sólidos en el mundo asciende actualmente a 205.400 millones de dólares, cifra que aumentará a unos 375.500 millones de dólares en 2025. Esto ya está resultando un reto imposible para muchos países de renta baja y media (PRMB), que se ven obligados a dar prioridad a la sanidad, las infraestructuras y, en muchos casos, al coste de los conflictos internos o transfronterizos.
Superpoblación
Los libros La bomba demográfica, de Paul Ehrlich, y Los límites del crecimiento, de Donella Meadows, de finales de los sesenta y principios de los setenta, despertaron la preocupación por el aumento de la población humana y sus consecuencias para los recursos naturales. La famosa primatóloga Jane Goodall señaló en el Foro Económico Mundial que el crecimiento de la población humana es responsable de ello y que la mayoría de los problemas medioambientales no existirían si nuestro número se mantuviera en los niveles de hace 500 años.
La idea de que simplemente nacía demasiada gente -la mayoría en los países en desarrollo, donde las tasas de crecimiento demográfico habían empezado a despegar- se filtró en los argumentos de grupos ecologistas radicales como ¡Primero la Tierra! Ciertas facciones del grupo se hicieron famosas por sus comentarios sobre el hambre extrema en regiones con poblaciones florecientes, como África, lo que, aunque lamentable, podría reportar beneficios medioambientales gracias a la reducción del número de seres humanos.
Y lo que es más importante, centrarse en el número de seres humanos oculta el verdadero motor de muchos de nuestros males ecológicos. Es decir, el despilfarro y la desigualdad generados por el capitalismo moderno y su énfasis en el crecimiento sin fin y la acumulación de beneficios.
Soluciones a la superpoblación
La superpoblación humana (o rebasamiento de la población humana) es el estado hipotético en el que las poblaciones humanas pueden llegar a ser demasiado grandes para ser sostenidas por su entorno o sus recursos a largo plazo. El tema suele debatirse en el contexto de la población mundial, aunque puede afectar a naciones, regiones y ciudades concretas.
Desde 1804, la población humana mundial ha aumentado de 1.000 millones a 8.000 millones gracias a los avances médicos y a la mejora de la productividad agrícola. Según las proyecciones más recientes de las Naciones Unidas, “[s]e espera que la población mundial alcance los 9.700 millones en 2050 y los 10.400 millones en 2100 [suponiendo] un descenso de la fertilidad en los países en los que aún predominan las familias numerosas”[1] Quienes están preocupados por esta tendencia argumentan que dan lugar a niveles de consumo de recursos y contaminación que superan la capacidad de carga del medio ambiente, lo que conduce a un rebasamiento de la población[2]. [2] La hipótesis del rebasamiento de la población suele debatirse en relación con otros problemas demográficos, como el impulso demográfico, la pérdida de biodiversidad,[3] el hambre y la malnutrición,[4] el agotamiento de los recursos y el impacto humano general sobre el medio ambiente[5].