Ejemplos de igualdad de género en la vida cotidiana
El término género se refiere a los atributos y oportunidades económicos, sociales y culturales asociados al hecho de ser hombre o mujer. En la mayoría de las sociedades, ser hombre o mujer no es simplemente una cuestión de características biológicas y físicas diferentes. Hombres y mujeres se enfrentan a expectativas diferentes sobre cómo deben vestir, comportarse o trabajar. Las relaciones entre hombres y mujeres, ya sea en la familia, en el lugar de trabajo o en la esfera pública, también reflejan la comprensión de los talentos, características y comportamientos apropiados para las mujeres y para los hombres. Así pues, el género difiere del sexo en que es de naturaleza social y cultural más que biológica. Los atributos y características de género, que abarcan, entre otras cosas, los papeles que desempeñan hombres y mujeres y las expectativas que se depositan en ellos, varían mucho de una sociedad a otra y cambian con el tiempo. Pero el hecho de que los atributos de género se construyan socialmente significa que también son susceptibles de cambios que pueden hacer que una sociedad sea más justa y equitativa.
La equidad de género es el proceso de ser justo con las mujeres y los hombres. Para garantizar la equidad, a menudo hay que disponer de estrategias y medidas que compensen las desventajas históricas y sociales de las mujeres, que impiden que mujeres y hombres actúen en igualdad de condiciones. La equidad conduce a la igualdad. La igualdad de género requiere que mujeres y hombres disfruten por igual de bienes, oportunidades, recursos y recompensas socialmente valorados. Cuando existe desigualdad de género, suelen ser las mujeres las excluidas o desfavorecidas en relación con la toma de decisiones y el acceso a los recursos económicos y sociales. Por lo tanto, un aspecto crítico de la promoción de la igualdad de género es el empoderamiento de las mujeres, centrándose en identificar y corregir los desequilibrios de poder y dando a las mujeres más autonomía para gestionar sus propias vidas. La igualdad de género no significa que hombres y mujeres sean iguales, sino que el acceso a las oportunidades y a los cambios vitales no dependa de su sexo ni se vea limitado por él. Lograr la igualdad de género requiere la capacitación de las mujeres para garantizar que la toma de decisiones a nivel privado y público, y el acceso a los recursos dejen de estar sesgados a favor de los hombres, de modo que tanto las mujeres como los hombres puedan participar plenamente como socios iguales en la vida productiva y reproductiva.
Igualdad de género en el mundo
Todos los niños y niñas merecen las mismas oportunidades de sobrevivir y prosperar. Como principal experto en infancia, Save the Children lleva más de 100 años defendiendo la igualdad de derechos para todos los niños; de hecho, inventamos el concepto. Hoy somos los principales defensores de los derechos humanos de los 2.200 millones de niñas y niños del mundo.
Sin embargo, la discriminación de género, que comienza en la infancia, sigue privando a los niños de su niñez y limitando sus oportunidades, afectando de manera desproporcionada a las niñas del mundo. Una niña tiene muchas más probabilidades de que se le nieguen sus derechos, de que no se la escolarice, de que se la obligue a casarse y de que se la someta a violencia; su voz está infravalorada, si es que se la escucha. Esta agresión a la infancia también priva a las naciones de la energía y el talento que necesitan para progresar.
Al ritmo actual de cambio, harán falta más de 200 años[1] para lograr la igualdad de género, y eso sólo en Estados Unidos. Juntos podemos crear un mundo más igualitario, desde el principio. Haz una donación única al Fondo de Emergencia para la Infancia o únete al Equipo Mañana para conectar con las causas que te preocupan -como la desigualdad- a través de tu donación mensual.
Ejemplo de igualdad y equidad de género
En 2017, un estudio realizado por el Foro Económico Mundial (FEM) concluyó que las mujeres solo tienen el 68% de los derechos, oportunidades y acceso a los recursos de los que disfrutan los hombres del mundo. Esas diferencias y la velocidad a la que se avanza en su reducción, varían de un país a otro. Pero según los investigadores del FEM, al ritmo actual tardaremos 100 años en erradicar las disparidades de género.
Es desalentador, pero la buena noticia es que el mundo es cada vez más consciente de la necesidad de luchar contra la desigualdad de género, que en muchos lugares está relacionada con otros tipos de discriminación como el racismo, la xenofobia y la homofobia. Los beneficios de la igualdad de derechos son cada vez más evidentes. Un estudio de la Organización Internacional del Trabajo demostró que si, para 2025, la brecha mundial de género en el mercado laboral se redujera en un 25%, uno de los resultados sería un aumento de 204 millones de la mano de obra, lo que representaría 5,8 billones de dólares en el PIB mundial.
Eliminar la brecha salarial también podría beneficiar a la economía mundial de muchas otras maneras. Un estudio publicado en 2017 por el Institute for Women’s Policy Research mostró que equiparar los ingresos de todas las trabajadoras estadounidenses a los de los hombres en puestos equivalentes impulsaría el PIB de ese país en un 2,8%.
Ensayo sobre la igualdad de género
Muchos piensan que las Islas Caimán son un país moderno que ofrece las mismas oportunidades a hombres y mujeres. A primera vista es cierto, pero cuando profundizamos y examinamos las estadísticas de que disponemos, resulta obvio que los hombres y las mujeres de las Islas Caimán no gozan de las mismas oportunidades ni están en igualdad de condiciones en lo que respecta a los ingresos y otros ámbitos.
La Encuesta de Población Activa (2009), realizada por la Oficina de Economía y Estadística (ESO), muestra que los hombres constituyen el 50,5% de la población activa y las mujeres el 49,5%, lo que supone una participación casi igualitaria. Al mismo tiempo, esta igualdad no se traduce en los ingresos. Las mujeres constituyen la mayoría de los dos tramos salariales más bajos de esta encuesta. El ochenta y tres coma tres por ciento (83,3%) de las personas que ganan menos de 800 dólares al mes son mujeres y el sesenta y tres coma cinco por ciento (63,5%) de los que ganan menos de 1.600 dólares al mes son también mujeres. Estar confinado entre los más pobres de los pobres es extremadamente difícil, especialmente para las mujeres, que a menudo son el único sostén de sus familias y no reciben ninguna ayuda económica, o la adecuada, del padre de sus hijos.