Recuperar el otro femenino masculinidad feminidad y hegemonía de género
Este libro ofrece una nueva visión del debate sobre la notable regresión de la igualdad de género en los Balcanes y el Cáucaso Sur provocada por la caída del socialismo y por la revitalización de la religión en Turquía. En contra de la opinión predominante de los investigadores que afirman la continua dominación masculina, el libro presenta sólidos argumentos a favor de una perspectiva alternativa. Al contrastar la realidad de las relaciones de género con la utopía de nuevas feminidades y nuevas masculinidades impulsadas por la comunicación visual digital, el libro concluye de forma provocadora con la llegada de dos utopías: el Hombre Marlboro -aún autoritario pero solitario- que conquista y rechaza las obligaciones familiares; y con la aparición de un nuevo tipo de feminidad: fuerte y bella. Como tal, este libro constituye un gran recurso para antropólogos, demógrafos, sociólogos, investigadores de género y medios de comunicación y todos aquellos interesados en cuestiones feministas.
Karl Kaser es catedrático de Historia y Antropología de Europa Sudoriental en la Universidad de Graz (Austria) desde 1996. Sus investigaciones se centran, entre otros temas, en las relaciones de género y las culturas visuales. Sus monografías más recientes son “Religión y culturas visuales” (2013, Ger) y “Hollywood en los Balcanes” (2018, Ger).
Masculinidad hegemónica
¿Tiene historia la masculinidad? Todo lo social tiene una historia, y la masculinidad es un fenómeno social que tiene, como la feminidad, una larga y sorprendente historia. De hecho, su mutabilidad asombra a quienes la ven como algo estable y natural. Ser hombre en el siglo XV era algo muy distinto de lo que es ser hombre hoy. Pero la historia de la masculinidad también sorprende a quienes son conscientes de su naturaleza construida, especialmente por la persistencia de algunos de sus rasgos más característicos. Ahora y en el pasado, la masculinidad ha estado de algún modo vinculada al ejercicio del dominio y del poder, y ello exige formas que se repiten obstinadamente en diferentes contextos. Sin embargo, visto desde el presente, lo más sorprendente puede ser cómo ha cambiado a lo largo del tiempo la relación entre la masculinidad y su soporte corporal. Dicho de otro modo, la historia nos muestra hasta qué punto ha variado con el tiempo la fuerza del vínculo que une la biología al género. En este artículo hablaré, pues, de historia, masculinidades y cuerpos.
Feminidad hegemónica
IntroducciónEl género puede entenderse como un conjunto de relaciones simbólicas, afectivas, socioeconómicas y de poder que configuran las prácticas sociales y la forma en que hombres y mujeres interactúan a nivel intrapersonal, interpersonal e institucional en una determinada cultura [1]. Desde una perspectiva construccionista, gran parte de las formas de comportarse y pensar de hombres y mujeres están influidas por los conceptos de feminidad y masculinidad que interiorizan de su cultura [2]. Los roles sociales de género, categorizados como masculinos o femeninos, se han incluido en la vida de las personas desde la socialización temprana [3] y suelen caracterizarse por desigualdades entre los géneros y dentro de ellos [4].
La teoría de Connell sobre la “masculinidad hegemónica” ha sido esencial para los estudios sobre las masculinidades, además de influir en la comprensión interdisciplinar del género en general [5]. La masculinidad hegemónica se define como una forma de masculinidad que legitima las relaciones de género desiguales entre hombres y mujeres, entre masculinidades y feminidades y entre masculinidades. En las sociedades occidentales, la masculinidad hegemónica define a los “hombres de verdad” como físicamente fuertes, invulnerables, competitivos, independientes y poderosos, entre otras características [1]. Esta configuración hegemónica se construye en relación con otras formas no hegemónicas: las masculinidades cómplices, subordinadas y marginadas. Connell también establece el concepto de “feminidad enfatizada”, que implica la relación de alianza complementaria, sumisa y acomodaticia con la masculinidad hegemónica [5]. Junto a estas ideas, Howson se refiere a dos formas de feminidad: “feminidades ambivalentes” y “feminidades de protesta”, como las que tienen la iniciativa de transgredir las construcciones tradicionales de género [6]. En este artículo empírico, unificamos esta literatura para contribuir a comprender la interacción entre masculinidades y feminidades.
Énfasis en la feminidad
El propósito de este artículo es identificar y analizar las representaciones sociales de la feminidad y la masculinidad, tal como son relatadas por mujeres ejecutivas de empresas en Brasil. Para eso, la investigación recurrió a entrevistas semiestructuradas de sesenta y cuatro ejecutivas de siete ciudades brasileñas. Como técnica para el análisis de los datos, esta investigación utilizó la base teórica y conceptual del análisis del discurso francés. Cuando las cuestiones de género se relacionan con las cualidades específicas de ser mujer y ejecutiva de empresa – o con las interfaces que el género puede establecer con el trabajo de un individuo – pueden surgir contradicciones a partir de la construcción de una temática particular. Asimismo, existen aspectos positivos y negativos de ser mujer ejecutiva, a saber: (a) representaciones de ejecutiva; (b) competencia e incompetencia femenina; (c) dilemas relativos a la sensibilidad; (d) conflictos relativos al poder de seducción; (e) omisiones, prejuicios y violencia sufridos por las mujeres en el trabajo; y (f) maternidad.
El objetivo de este artículo es identificar y analizar las representaciones sociales de feminidad y masculinidad, relatadas por mujeres ejecutivas de empresas en Brasil. Para ello, la investigación recurrió a entrevistas semiestructuradas a sesenta y cuatro ejecutivas de siete ciudades brasileñas. Como técnica para el análisis de los datos, esta investigación utilizó la base teórica y conceptual del análisis del discurso francés. Cuando las cuestiones de género se relacionan con las cualidades específicas de ser mujer y ejecutiva de empresa – o con las interfaces que el género puede establecer con el trabajo de un individuo – pueden surgir contradicciones a partir de la construcción de una temática particular. Asimismo, existen aspectos positivos y negativos de ser mujer ejecutiva, a saber: (a) las representaciones de una ejecutiva; (b) la competencia y la incompetencia femeninas; (c) los dilemas relativos a la sensibilidad; (d) los conflictos relacionados con el poder de seducción; (e) las omisiones, los prejuicios y la violencia que sufren las mujeres en el trabajo; y (f) la maternidad.