Ejemplos de discriminación de género en la escuela
Todos los niños y niñas merecen las mismas oportunidades de sobrevivir y prosperar. Como principal experto en infancia, Save the Children lleva más de 100 años defendiendo la igualdad de derechos para todos los niños; de hecho, inventamos el concepto. Hoy somos los principales defensores de los derechos humanos de los 2.200 millones de niñas y niños del mundo.
Sin embargo, la discriminación de género, que comienza en la infancia, sigue privando a los niños de su niñez y limitando sus oportunidades, afectando de manera desproporcionada a las niñas del mundo. Una niña tiene muchas más probabilidades de que se le nieguen sus derechos, de que no se la escolarice, de que se la obligue a casarse y de que se la someta a violencia; su voz está infravalorada, si es que se la escucha. Esta agresión a la infancia también priva a las naciones de la energía y el talento que necesitan para progresar.
Al ritmo actual de cambio, harán falta más de 200 años[1] para lograr la igualdad de género, y eso sólo en Estados Unidos. Juntos podemos crear un mundo más igualitario, desde el principio. Haz una donación única al Fondo de Emergencia para la Infancia o únete al Equipo Mañana para conectar con las causas que te preocupan -como la desigualdad- a través de tu donación mensual.
Discriminación de género en la sociedad
Berlín, como uno de los 16 Estados Federados de Alemania, desarrolló un Programa Marco de Igualdad de Género (GPR). En abril de este año entraron en vigor los Principios generales sobre la igualdad de género en el Estado de Berlín, dentro de la segunda fase del GPR. Se trata de un marco vinculante para la orientación política de todas las autoridades del Estado de Berlín. Como se indica en el sitio web del GPR, “los principios generales expresan una concepción ideal de la igualdad de género desde la perspectiva de los ciudadanos, lo que demuestra que aún queda mucho por hacer”.
Ejemplos de prejuicios sexistas en la sociedad
La discriminación de género se produce cuando alguien recibe un trato desigual o desventajoso por razón de su sexo, pero no necesariamente de naturaleza sexual. Esto incluye el acoso/discriminación por razón de sexo, identidad de género o expresión de género. La discriminación por motivos de género suele tener su origen en nociones sociales y personales preconcebidas y falsas sobre lo que es el género, cómo “debería” ser el género o cómo se interpreta el género. Por ejemplo, muchas personas creen erróneamente que el sexo biológico de una persona determina siempre su género y, por tanto, sus actitudes y comportamientos. Sin embargo, nunca está bien actuar desfavorablemente hacia otra persona basándose en su género o en lo que uno percibe que es su género.
Ensayo sobre la discriminación de género
Alrededor de cuatro de cada diez mujeres trabajadoras (42%) en Estados Unidos afirman haber sufrido discriminación en el trabajo por razón de su sexo. Según un nuevo análisis de los datos de la encuesta del Pew Research Center, las mujeres declaran haber sufrido una amplia gama de experiencias personales, que van desde ganar menos que los hombres por hacer el mismo trabajo hasta no ser tenidas en cuenta para tareas importantes.
La encuesta -realizada en verano, antes de la reciente oleada de acusaciones de conducta sexual inapropiada contra hombres destacados de la política, los medios de comunicación y otros sectores- reveló que, entre los adultos con empleo, las mujeres tienen casi el doble de probabilidades que los hombres (42% frente a 22%) de afirmar que han experimentado al menos una de las ocho formas específicas de discriminación de género en el trabajo.
Una de las mayores diferencias entre hombres y mujeres se da en el ámbito de los ingresos: Una de cada cuatro mujeres trabajadoras (25%) dice haber ganado menos que un hombre que hiciera el mismo trabajo; uno de cada veinte hombres trabajadores (5%) dice haber ganado menos que una compañera.
Las mujeres son aproximadamente cuatro veces más propensas que los hombres a decir que han sido tratadas como si no fueran competentes debido a su género (23% de las mujeres empleadas frente al 6% de los hombres), y son aproximadamente tres veces más propensas que los hombres a decir que han experimentado pequeños desaires repetidos en el trabajo debido a su género (16% frente al 5%).