Diferencias de genero en la actualidad

Integración de la perspectiva de género

Choices, Voices and Promises de Save the Children es el primer programa de este tipo que se dirige a los adolescentes de ambos sexos para ayudar a romper los roles y comportamientos de género convencionales entre sus familias y la comunidad. Foto: Victoria Zeigler / SCUS

Todos los niños merecen crecer y alcanzar sus sueños, independientemente de su sexo. Trágicamente, las normas de género no equitativas privan a millones de niñas y niños de su infancia y ponen en riesgo su futuro. A menudo, estas expectativas perjudiciales contribuyen directamente a la violación de los derechos humanos de los niños.

Las normas de género describen cómo se espera que se comporten las personas de un determinado género y edad en un contexto social determinado. Las normas de género perjudiciales dan lugar a muchos tipos de desigualdades entre niñas y niños. Sin embargo, aunque las normas de género pueden afectar a todos los niños, está demostrado que afectan de forma desproporcionada a las niñas. Más de 575 millones de niñas viven en países donde las normas de género no equitativas contribuyen a la violación de sus derechos, como la salud, la educación, el matrimonio y la violencia de género[i].

Estadísticas sobre desigualdades de género

Muchos de los estereotipos de género que conocemos hoy en día no estuvieron siempre presentes en el pasado; son tendencias relativamente nuevas en la sociedad humana. Esto se debe a que las expectativas sociales de cada género cambian con el tiempo, y a menudo se desarrollan de forma diferente en las culturas de todo el mundo. Sara Bobolts, una escritora de The Huffington Post, ha explicado cómo varios estereotipos de género comunes han cambiado con el tiempo. Bobolts describe cómo los estereotipos de género, como que el color azul es para los niños y el rosa para las niñas, son conceptos nuevos. Explica que entre los años 1918 y 1940, el rosa se consideraba un color masculino, mientras que el azul se consideraba delicado y suave, por lo que era más adecuado para las mujeres. Bobolts también afirma que durante la Edad Media en Europa, los zapatos de tacón eran exclusivamente para los hombres, y no para las mujeres. Se consideraban un “signo de masculinidad”, según su altura. Esto demuestra que los atributos que la gente relaciona con las categorías de género “tradicionales” eran muy diferentes hace sólo unos siglos, y no pueden utilizarse como base fiable para establecer los roles en la actualidad.

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Significado de las diferencias de género

Los padres pueden asumir una responsabilidad desigual en las tareas domésticas, siendo las madres las que soportan la mayor parte de los cuidados y las tareas. La mayoría de los trabajadores sanitarios comunitarios poco cualificados y mal pagados que atienden a los niños son también mujeres, con escasas oportunidades de crecimiento profesional.

Y en las escuelas, muchas niñas reciben menos apoyo que los niños para seguir los estudios que eligen. Esto ocurre por diversas razones: Las necesidades de seguridad, higiene y saneamiento de las niñas pueden ser desatendidas, impidiéndoles asistir regularmente a clase. Las prácticas de enseñanza y los materiales educativos discriminatorios también producen brechas de género en el aprendizaje y el desarrollo de habilidades. Como resultado, casi 1 de cada 4 niñas de entre 15 y 19 años no tiene empleo ni recibe educación o formación, en comparación con 1 de cada 10 niños.

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Sin embargo, en la primera infancia, las disparidades de género comienzan siendo pequeñas. Las niñas tienen mayores tasas de supervivencia al nacer, tienen más probabilidades de estar en el camino del desarrollo y tienen la misma probabilidad de participar en la educación preescolar. Entre los que llegan a la escuela secundaria, las niñas tienden a superar a los niños en lectura en todos los países donde hay datos disponibles.

Cuestiones de género

Las medidas explícitas se utilizan habitualmente para evaluar los estereotipos y los prejuicios de un individuo hacia un grupo determinado, y estas medidas requieren que los participantes informen de sus propias actitudes (Olson y Zabel, 2009). Los estudios que utilizan medidas explícitas han demostrado que los niveles de estereotipos y sexismo se han reducido en los últimos años, pero estas conclusiones engañosas se extrajeron de las mujeres más que de los hombres (Spence y Buckner, 2000) y no pueden reflejar el sesgo inconsciente cuando está controlado y regulado por las normas sociales y lo políticamente correcto (Rudman et al., 2001). Además, las antiguas creencias sexistas han evolucionado gradualmente desde la aparición de conductas discriminatorias y creencias negativas hacia las mujeres hasta el sexismo moderno (Swim et al., 1995) y el neosexismo (Tougas et al., 1995) y se han expresado bajo formas sutiles, como la ambivalencia y la caballerosidad (Glick y Fiske, 1996; Barreto y Ellemers, 2005).

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Los estereotipos de género fueron descubiertos en investigaciones conductuales anteriores, y los hombres y las mujeres tienden a tener diferentes patrones de estereotipos evaluativos de género (Rudman et al., 2001). Recientemente, Pavlova et al. (2014) realizaron una serie de experimentos manipulando información implícita y explícita sobre estereotipos de género e identificaron la susceptibilidad a estas actitudes. Los mensajes emitidos en términos positivos explícitos (negativos implícitos) y en términos negativos explícitos (positivos implícitos) pueden provocar diferencias significativas de género en el rendimiento cognitivo en una tarea sin diferencia inicial de género, y este efecto de género es más pronunciado en las mujeres. Sin embargo, estos estudios siguen careciendo de pruebas neurales directas que subyacen a la fluctuación del sesgo de género.