Confinamiento y violencia de género

COVID-19 hace de la violencia doméstica una gestión de catástrofes

Según el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe, que ha analizado encuestas nacionales de seis países, entre el 60% y el 76% de las mujeres han sufrido violencia de género. Una de cada tres ha sido víctima de violencia física, psicológica o sexual cometida por su pareja. En algunos casos, la violencia se convierte en feminicidio.

La violencia de género es un problema polifacético que requiere una respuesta igualmente polifacética. Micaela García es un trágico ejemplo. El 1 de abril de 2017, esta estudiante de educación física de 21 años volvía a casa tras una noche de baile con amigos en Gualeguay (Argentina). La violaron, la degollaron y arrojaron su cuerpo a un descampado junto a la carretera.

Según datos de la Oficina de la Mujer de la Corte Suprema de Argentina, en 2019 hubo 252 víctimas de femicidio en el país. A nivel regional, el país más grande, Brasil, registró el mayor número de feminicidios, 1.133. Sin embargo, El Salvador tuvo, con diferencia, la peor tasa: más de 1.000 muertes por cada 100.000 mujeres.

Las consecuencias sociales del confinamiento

La vulnerabilidad de los niños a la violencia se deriva del hecho de que dependen de sus padres o cuidadores para su desarrollo, salud y bienestar. A veces se considera a los niños como propiedad de sus padres o cuidadores, en lugar de titulares de derechos, lo que los hace vulnerables al abuso, el abandono, la explotación y la violencia.  La dinámica de género añade otra capa de vulnerabilidad.

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La violencia de género afecta de manera desproporcionada a niñas y mujeres, especialmente a través de ciertas formas de violencia como el matrimonio infantil, la violencia de pareja, la mutilación genital femenina, los asesinatos por “honor” o la trata de personas. Por este motivo, Plan International se centra en poner fin a la violencia contra las niñas y las jóvenes, para satisfacer sus crecientes necesidades y defender sus derechos.

Las niñas y las jóvenes a menudo sufren violencia en casa, desde castigos físicos hasta violencia sexual, emocional o psicológica. La aceptación de la violencia como un “asunto privado” a menudo impide que otros intervengan y prohíbe que las niñas y las jóvenes denuncien.

Webinar 3: Incorporación de la perspectiva de género en la respuesta al COVID-19

En el artículo “La Salud Mental en las Epidemias: una Perspectiva desde la Atención de la Salud Española “1 se señala que el entorno, el aislamiento social y el encierro obligatorio de las personas pueden generar problemas sociales y psicológicos tales como estrés y ansiedad, un manejo inadecuado podría llevar al consumo excesivo de alcohol, estados de irritabilidad, déficit de atención, cuadros de depresión severa, entre otros, siendo las principales causas de violencia doméstica y, en particular, de violencia de género2, 3.

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En un contexto de violencia de género que tiene su origen en la desigualdad de género, el abuso de poder y la existencia de normas nocivas, de ahí que las mujeres y las niñas sufran violencia de manera desproporcionada, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU) Mujeres, es necesario impulsar cambios en el sector asistencial y político-estructural para superar los obstáculos que impiden que las mujeres denuncien ser víctimas de violencia y reciban atención oportuna, tales como: pérdidas, vergüenza, miedo, prisión social y, por otro lado, la dificultad burocrática por parte de las autoridades competentes, principalmente por la negativa a aceptar que existe un problema de violencia

Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer

Una de las estrategias que algunas mujeres que sufren violencia en sus relaciones me contaron que utilizaban para minimizarla era irse a la cama con sus hijos antes de que el maltratador llegara a casa. ¿Qué pueden hacer ahora, confinadas juntas todo el día, qué estrategias pueden utilizar? Es mucho más complicado en estos momentos de encierro, cuando ni siquiera pueden salir de casa o contactar con personas que puedan ayudarles a sobrellevar la situación.

Una de las estrategias que algunas mujeres que sufren violencia en sus relaciones me contaron que utilizaban para minimizarla era irse a la cama con sus hijos antes de que el maltratador llegara a casa. ¿Qué pueden hacer ahora, confinadas juntas todo el día, qué estrategias pueden utilizar? Es mucho más complicado en estos momentos de encierro, cuando ni siquiera pueden salir de casa o contactar con personas que puedan ayudarles a sobrellevar la situación.

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Porque no todas las mujeres tienen la posibilidad o los recursos para dejar a sus maltratadores. Son muchas las barreras que se lo impiden, algunas de ellas estructurales, como la falta de recursos económicos debido a la división sexual del trabajo que obliga a muchas mujeres a realizar trabajos no reconocidos ni remunerados (cuidado de personas dependientes de sus familias, menores y ancianos, trabajo doméstico…).